Si Dios ordenó a Noé que construyera un Arca para mantener a todos los animales de cada especie durante el diluvio universal, parece que el Diablo mandó a Ozzy Osbourne para aniquilarlos.
Tal vez esté exagerando un poco, pero es cierto que el Príncipe de la Oscuridad compartió momentos extraños con diferentes especies animales en varios de sus ataques de locura; no por un mandato satánico, sino como consecuencia de la afición que Ozzy tenía hacia todo tipo de bebida alcohólica y de droga.
En una de sus habituales borracheras, Ozzy Osbourne consiguió que su primer matrimonio se fuera al traste cuando éste se puso a disparar a las gallinas de su mujer, Thelma Riley. Entre el divorcio, el diagnóstico de transtorno bipolar y, sobre todo, su expulsión de Black Sabbath, Osbourne se recluyó durante seis meses en la habitación de un hotel acompañado por sus drogas y sus bebidas alcohólicas favoritas.
Entró entonces en escena Sharon Arden, hija y secretaria de Don Arden (mánager de Black Sabbath) y segunda esposa de Ozzy. Al sentir compasión por éste, decidió comprar el contrato a su padre y llegó a un acuerdo con la CBS para que el vocalista de los Sabbath comenzara su carrera en solitario. No obstante, la compañía no mostraba especial interés por Ozzy, por lo que Sharon planeó una estrategia que pudiera ablandar los duros corazones de los ejecutivos: Ozzy Osbourne entraría en el despacho con unas bellas palomas blancas como el algodón y las lanzaría al aire como declaración de buenas intenciones y metáfora de paz. Hasta ahí todo iría bien. Pero lo que Sharon no esperaba (o tal vez sí) era lo que sucedió en realidad.
El señor Osbourne entró en el despacho y soltó a dos palomas. Todo muy bonito. Pero el señor Osbourne se había metido entre pecho y espalda media botella de whisky antes de la reunión, así que en un momento de locura, se sacó otra paloma del bolsillo de la chaqueta, se sentó en la rodillas de una de las ejecutivas de la CBS y, sin mediar palabra, le arrancó la cabeza de un mordisco. A la paloma, no a la ejecutiva. Después de escupir las plumas, dejó lo que quedaba del animal sobre el escritorio y se marchó como si la cosa no fuera con él. Lo que no se sabe es si el número de la paloma ya estaba preparado de antemano o si fue una improvisación de Ozzy. Aunque la CBS le prohibió la entrada a su edificio, la compañía lanzó de todas maneras su primer álbum en solitario, Blizzard of Oz (1980). La decapitación de la paloma sirvió como una efectiva campaña publicitaria.
Pero la paloma no fue el único animal que perdió la cabeza por el loco de Osbourne. Durante la gira de su segundo disco en solitario, Diary of a Madman (1981), conocida como Night of the Living Dead Tour, Ozzy tuvo otra de sus grandes ideas. El vocalista lanzaba a su público varios kilos de intestinos de cerdo y su público después le devolvía esta carne cruda. Cuando se corrió la voz de esta “genialidad”, el público comenzó a llevar su propias vísceras y demás casquería para lanzar a escenario. El siguiente paso que dieron los fans fue lanzar a Ozzy varios animales muertos como ranas, serpientes y gatos. Hasta aquí, salvando las distancias, todo era muy normal.
Sin embargo, el 20 de enero de 1982 se produjo un curioso incidente por el que Ozzy Osbourne será recordado. En el concierto de Des Moines (Iowa) una persona del público arrojó un murciélago vivo al escenario. El pobre animal se quedó inmóvil, quizá estaba desconcertado por la luz de los focos o quizá sintió miedo del lunático cantante que tenía delante. Así que al loco de Ozzy, en un momento de lucidez, no se le ocurrió otra cosa que llevárselo a la boca y arrancarle la cabeza de un mordisco como si de una bella paloma blanca se tratara. Esta anécdota hizo que el cantante fuera trasladado al hospital (donde sufrió la tortuosa experiencia de pasar una semana recibiendo inyecciones contra la rabia) y que las sociedades protectoras de animales no le quitaran ojo. El devorador Ozzy Osbourne se justificó y declaró que pensaba que aquel murciélago era de plástico.
A partir de aquí las parodias sobre la decapitación del murciélago han sido numerosas. El grupo Iron Maiden publicó una imagen en la que su mascota, Eddie, arrancaba la cabeza a Ozzy, una caricatura que el Príncipe de la Oscuridad no encontró nada graciosa y por la que demandó a la banda. Otras parodias las podemos encontrar en series como South Park, donde Ozzy arranca la cabeza al indefenso Kenny.
La irreverente serie Padre de familia también tiene su propio chiste sobre las meriendas de Osbourne en sus conciertos.
Y el propio Ozzy Osbourne no pudo evitar caer en la autoparodia en la película Little Nicky (Steven Brill, 2000).
El capítulo del murciélago suscitó una curiosa leyenda urbana también relacionada con Ozzy y los animales. Los rumores decían que, en un concierto, el cantante arrojó varios cachorros de perro hacia sus espectadores y se negó a actuar hasta que no le devolvieran los animales muertos. El incidente de la paloma fue cierto. El incidente del murciélago también lo fue. Sin embargo, el incidente de los perros no sucedió. El origen de esta leyenda se encuentra en los conciertos de Alice Cooper ya que en uno de ellos, éste lanzó una gallina viva a su público y el ave apenas pudo llegar viva al suelo. La rumorología acabó convirtiendo esta historia en otra mucho más macabra: Alice Cooper desnucó a una gallina y después se bebió su sangre.
Pero como Alice Cooper no es nuestro protagonista, volvamos al tema de Ozzy Osbourne. Los perros no son los últimos animales en tener una historia truculenta con el Príncipe de la Oscuridad. Otra leyenda urbana dice que Ozzy esnifó, nada más y nada menos que... ¡una hilera de hormigas!
Gallinas, palomas, murciélagos, perros y hormigas... La historia y la leyenda de Ozzy Osbourne parecen un zoológico. ¿De dónde sale esta fijación por los animales? Puede que no guarde ninguna relación, pero antes de convertirse en una estrella del rock, Osbourne trabajó en un matadero: «Yo era el encargado de rajar el estómago a los corderos y sacar toda la porquería y las vísceras del animal. El primer día no podía dejar de vomitar, pero más tarde me di cuenta de que me gustaba matar a esos animales. En poco tiempo era el que mataba, troceaba y empaquetaba más rápido de todo el matadero. Llegaba a matar 250 animales al día. Eso me producía un placer difícil de explicar».
Aunque lo más gracioso es que sus decapitaciones de bichos voladores no solo consiguieron que Ozzy Osbourne se ganara el calificativo de demente, loco, lunático o como quieras llamarlo; también le han creado una fobia sobre la muerte, bastante divertida a la par que escatolológica: «¿Sabes cómo me marcharé de este mundo? Un pájaro con un virus raro volará sobre mi cabeza. Me echará una cagada y entonces me desplomaré sobre el suelo».
Pobre Ozzy. En el fondo de su corazón teme que un día tenga que pagar por el daño que hizo a dos indefensas criaturas. No obstante, no todos los animales le tienen miedo. La mismisima cerdita Peggy grabó un dueto con el Príncipe de la Oscuridad. Una versión del clásico himno motero de Steppenwolf «Born to Be Wild», incluído en el álbum de los Teleñecos titulado Kermit Unpigged (1994).
No es raro que Ozzy Osbourne comparta micro con un animal. Lo que es extraño es que Peggy se atreva a hacerlo. Y más sabiendo que del cerdo se aprovecha todo.
Nos veremos en El Lado Oscuro del Rock...