viernes, 18 de abril de 2008

Hasta siempre, Phantom

La E Street Band pierde a uno de sus miembros fundadores. Descansa en paz, Danny Federici.

«Danny y yo trabajamos juntos 40 años. Era el teclista más maravillosamente versátil y un músico nato. Le quería enormemente... Crecimos juntos».


Bruce Springsteen




Ésta fue la última actuación de Danny Federici. El público que el 20 de marzo acudió al concierto de Bruce Springsteen en Indianápolis no imaginaría que esta sería la despedida del Fantasma, tocando «4th of July, Asbury Park (Sandy)», su tema favorito. Federici se vio obligado a tomar una baja temporal al comienzo de la gira Magic Tour para continuar un tratamiento por un melanoma con el que llevaba peleando desde hace 3 años. En las últimas semanas reapareció en los escenarios. Desgraciadamente, no pudo vencer la batalla y el 17 de abril abandonó la calle E para visitar la larga avenida donde descansan Jim Morrison, Jimi Hendrix, Janis Joplin, Elvis Presley, Roy Orbison o Freddie Mercury.

Federici era algo más que el teclista de la banda de Springsteen; forma parte de los orígenes de la banda. Han pasado casi cuatro décadas desde que Bruce y Danny se conocieran en 1969 a través de Vini Lopez, el primer baterista de la E Street Band. Por entonces, fue Federici quien le propuso a Springsteen la creación de un grupo en conjunto; de su unión nacieron Child, Steel Mill o Dr. Zoom and the Sonic Boom, todos estas bandas serían los embriones de la E Street Band. Federici, junto a Garry Tallet, Clarence Clemons y el propio Springsteen son los únicos miembros que participaron en la E Street desde el comienzo.



Aunque antes de conocer al Boss, Danny ya tenía experiencia en el mundo de la música, había participado en otro grupo, The Story Tellers. Siempre fue un aficionado al jazz y aparte del teclado sus otros instrumentos fetiche fueron el acordeón y el glockenspiel. Además, publicó discos en solitario como Flemington (1997), Danny Federici (2001), Miss You (2005) y Out of a Dream (2005).

Su apodo no era casual, Phantom Dan. Danny nunca salía en el centro de las fotos de la E Street, siempre aparecía en el margen, siempre en un segundo plano; pero el sonido del fantasma Federici fue uno de los pilares que definió el ritmo de la banda. Aunque lo de Phantom tiene también un divertido origen. Durante un altercado en un concierto de Middeltown (Nueva Jersey) para recaudar fondos para sacar de prisión a Vini López, Danny golpeó a uno de los agentes que había subido al escenario para que finalizaran la actuación que se estaba alargando más del tiempo del esperado. Entonces, Federici desapareció como un fantasma.


Ahora más que nunca, Danny es el fantasma de la E Street Band, el primer miembro de la banda que ha fallecido. La calle E se encuentra en silencio. Bruce llora la primera pérdida de uno de sus músicos; era más que un músico, era un compañero, un amigo, un colega, un hermano. Charles Giordano asume la dura tarea de sustituir a Phantom Dan. Pero la vida sigue y el espectáculo debe continuar. Aunque retrasaron un par de conciertos, el grupo ha vuelto a la carretera, a la carretera del Trueno, y Springsteen dedicó la actuación en Tampa (Florida) al gran Federici: «Esta es una noche especial y querríamos empezar con algo para Danny». Y el espectáculo comenzó con este emotivo vídeo homenajeando al Fantasma, que allá, donde quiera que esté, seguirá siendo uno de sus hermano de sangre.

Pero las estrellas siguen brillando luminosas
Como un misterio desvelado
Seguiré moviéndome a traves de la oscuridad
Contigo en mi corazón
Mi hermano de sangre



Nos veremos en el Lado Oscuro del Rock…

domingo, 13 de abril de 2008

¿Está Michael Jackson...? Que se ponga

¿Quieres hablar por teléfono con el Rey del Pop? Quizá no sea tan difícil como piensas...

¿Que cómo puedes charlar con Michael Jackson por teléfono? La respuesta se encuentra en el disco Thriller (1982).

De este disco se pueden decir infinidad de cosas. A pesar de haber cumplido 25 años desde su publicación sigue siendo el disco más vendido de la historia de la música, gran parte de este éxito se debió al tándem formado por Michael Jackson y Quincy Jones. Paul McCartney se peleaba con Jacko para conseguir a la chica en el tema «The Girl Is Mine», antes de pelearse con él para conseguir los derechos de las canciones de los Beatles; además, Vincent Price rapeaba y daba miedo en el tema que da título al álbum.

¿Y qué se puede decir del propio vídeo-clip de «Thriller»? El vídeo musical más caro (800.000 dólares) y más largo (casi catorce minutos) del momento y que revolucionó el mundo de los vídeos de este tipo. Un vídeo-clip que se acercaba más al cortometraje en el que el director John Landis autohomenajeaba su película Un hombre lobo americano en Londres (1981) presentando al primer licántropo que viste calcetines blancos. Y aunque Michael Jackson no sabía masticar palomitas de maíz con la boca cerrada, lo que hacía de maravilla era liderar al perfectamente coreografiado ballet de muertos vivientes.

Pero vayamos a lo realmente importante de este asunto. El inimitable (por muchos imitadores que le hayan salido, sigue siendo único) Rey del Pop dejó un mensaje escondido para sus fans en el álbum más vendido de la historia: nada más y nada menos que su número de teléfono. Las siete primeras cifras del código de barras del disco se correspondían con su número de teléfono privado. Simplemente bastaba con añadirle el prefijo correspondiente y Jacko contestaría al otro lado de la línea. O al menos eso era lo que pensaron sus seguidores que se dedicaron a llamar por si su ídolo esperaba impacientemente que sonara el teléfono.

La persona que más llamadas recibió fue quien tenía ese mismo número en Encino (California), el lugar donde se sitúa la mansión de Michael Jackson. Los que utilizaron el prefijo gratuito, contactaron con una mujer, Barbara Brown, en Youngstone (Ohio); quien recibió infinidad de llamadas diarias, sobre todo cuando Jackson ganó ocho premios Grammy. Lo mismo le sucedió a una peluquería en Bellevue (Washington), con una media de 50 llamadas al día y ninguna para cortarse el pelo. Michael seguía sin contestar.

¿Es cierto que Michael Jackson dejó su teléfono en el código de barras? ¿Se sentía tan solo que necesitaba que sus fans se pusieran en contacto con él? ¿Quería conseguir el cariño de los suyos por teléfono de la misma manera que E.T. el extraterrestre? Porque, quitando los teléfonos, la estrella del pop y el alienígena de Spielberg guardan un cierto parecido. Ambos son dos personajes extraños en un mundo en el que no acaban de encajar, donde (chistes fáciles aparte) necesita el calor de los niños (he dicho que evitéis los chiste fáciles); al fin y al cabo, Michael Jackson apenas tuvo infancia. Hasta el propio Jacko se compara con el curioso protagonista de su película favorita: «Su historia es, en gran medida, la historia de mi vida. Es un extraño en un lugar extraño y quiere que le acepten... Se encuentra más cómodo con los niños... Da amor y quiere recibir amor... y tiene el poder de dejarlo todo, evadirse y volar más allá de las cosas de este mundo». Incluso el propio cantante participó en el disco de la película narrando la historia de E.T. ¡Pobres diablos! ¡Uno queriendo llamar a casa por teléfono y otro queriendo que le llamen a casa!

Aunque toda esta historia de una estrella del pop que deja su número en su disco para que los seguidores contacten con él y así encontrar su lugar en el mundo suena muy tierna, tengo que decir que es falsa. Esta leyenda urbana surge de un rumor, probablemente emitido en la cadena de televisión MTV. Así que, amigos, todos vosotros que ya estabais marcado el número de teléfono del código de barras ya podéis dejarlo porque Michael Jackson no va a contestar.

Pero… ¿Y si Jacko no responde porque tiene el teléfono mal colgado?

Nos veremos en el Lado Oscuro del Rock…


www.Tu.tv

miércoles, 9 de abril de 2008

Y no te olvides de llevar tu rifle al colegio

¿Qué tienen en común Garfield y una asesina menor de edad?

Los que ya sabéis la respuesta os pido que estéis callados para los que no la sepan. Vayamos por partes.


Suena el despertador. Lo lanzas contra la pared. Otra vez hay que volverse a levantar. ¿Qué día es hoy? El fin de semana no ha sido lo bastante largo como para poder descansar. Vamos, desperézate. Levántate de una puñetera vez de la cama. Haz pis. Dúchate. Prepara el desayuno. Tómatelo. Mira el reloj. Vas a llegar tarde… Todos los días son iguales. Todos. Cada mañana es más dura. ¿Y qué decir si además se trata de un lunes? Los lunes deberíamos hacer cosas diferentes, para poder empezar la semana con buen pie.

Brenda Ann Spencer empezó la semana de forma distinta. Era la mañana del lunes 29 de enero de 1979. Por entonces, Spencer tenía dieciséis años. ¡Oh, dulces dieciséis! Esa misma mañana, la chiquilla, como cualquier otro niño, quiso probar el último regalo de Navidad que le había comprado su padre. En las pasadas fiestas, Brenda Ann Spencer encontró bajo su árbol de Navidad un regalo atípico para una niña de su edad; ella había pedido un radio-casete para escuchar a sus grupos favoritos, sin embargo, a los pies del árbol descansaba un rifle semiautomático del 22 (no me preguntéis si estaba envuelto para regalo). Su padre estaba muy orgulloso de ella, era tan buena como el oro, ¿qué mejor manera de demostrárselo que regalándole un rifle? ¡El sueño de toda niña de 16 años! Un regalo digno del recientemente fallecido Charlton Heston.

La niña se asomó por una de las ventanas de su casa que se situaba justo en frente de su colegio, la Escuela Elemental de Cleveland en San Diego (California). Entonces, Brenda Ann se ganó sus quince minutos de gloria liándose a tiros contra sus compañeros y profesores. El “angelito” disparaba a diestro y siniestro, al azar, sin importarle. Las consecuencias fueron desastrosas. Brenda Ann Spencer, a sus dieciséis años, hirió a ocho compañeros y a un oficial de la policía; por si fuera poco, también asesinó al director de la escuela, Burton Wragg, y al guarda, Mike Suchar mientras intentaban proteger a los críos.

¿Qué razones necesitaba para realizar esta masacre? Cuando la policía logró detenerla, en el interrogatorio le preguntaron por qué lo había hecho y ella respondió simplemente: «No me gustan los lunes». Aquí encontramos una razón suficiente para justificar su actuación; pero si esto no basta, la niña le echó más leña a al fuego: «He comenzado a disparar. Lo he hecho por diversión. Es una manera de animar el día. A nadie le gustan los lunes. Sólo lo hice para animarme el día. No tengo ninguna razón más, sólo fue por divertirme. Vi a los niños como patos que andaban por una charca y un rebaño de vacas rodeándolos, blancos fáciles».

Puede que a ti tampoco te gusten los lunes. Al gato Garfield tampoco le gustan y, que yo sepa, todavía no ha matado a nadie con un rifle (no sé si lo habrá hecho a base de carcajadas). Que no soportes el primer día de la semana no sirve de excusa para cargarte a tus compañeros de clase o del trabajo. Spencer se levantó con el pie contrario y en lugar de quejarse, como todo el mundo, fue declarada culpable de dos asesinatos y asalto con arma mortal y condenada a cumplir veinticinco años de prisión en una institución para mujeres en California. Hay días en los que es mejor no levantarse.

Tal vez muchos de vosotros os estéis preguntando en este mismo momento que qué tiene que ver esta historia de una niña que asesina a dos personas con el mundo de la música, ¿no? Os vuelvo a decir lo de antes, los que ya sabéis la respuesta os pido que estéis callados para los que no la sepan. Cuando Bob Geldof (perdón, Sir Bob Geldof) conoció esta noticia, quedó tan impresionado por este estremecedor suceso que escribió la letra de la canción «I Don’t Like Mondays». Un tema pegadizo que se convertiría en la canción más conocida de su grupo, los Boomtown Rats. «I Don’t Like Mondays» se incluyó en el tercer álbum del grupo, The Fine Art of Surfacing. El single se convirtió en Número Uno en las listas del Reino Unido; sin embargo en Estados Unidos, y especialmente en San Diego, se negaron a radiarla para no herir la sensibilidad del pueblo yanqui.

La vida resulta irónica. A sus dieciséis años, Brenda Ann Spencer quería una radio para escuchar sus canciones favoritas; nunca se podría haber imaginado que ella misma se convertiría en la protagonista de una canción. ¿Conocería la existencia de este tema en su prisión?, ¿la escuchó en algún momento entre rejas?

Levantaos con el pie correcto el próximo lunes.

Nos veremos en el Lado Oscuro del Rock…